Antes conocido como El Blog de una Otaku Llamada Natalia. Soy una chica de 19 años que habla de cultura japonesa, anime, manga, libros, cosas mías y todo lo que se me pase por la cabeza!!!
Solamente quería compartir algunas fotos vintage de Japón, y de paso admirar el precioso cabello de estas mujeres. El pelo extremadamente largo es algo que siempre me ha parecido precioso. Ahora me llega por la cintura pero quiero que siga creciendo y creciendo.
Muchas de estas mujeres eran geishas. Pensad que para lograr hacer muchos de los recogidos tradicionales de Geisha, se necesitaba tener un pelo larguísimo.
Hola a todos! Hace mucho tiempo que no actualizo nada, pero no he muerto. Aquí sigo. Con la universidad, muy atareada. Y aunque he abandonado el blog, quién sabe, quizás algún día lo retome. Desde que lo dejé en 2015 y volví a retomarlo brevemente, me desanimé porque ya casi nadie me leía como antes. Pero bueno, a estas alturas me da igual, así publicaré lo que yo quiera.
¡Mirad lo que me han traído los Reyes!
Son muñecos sarubobo, de la ciudad japonesa de Takayama, prefectura de Gifu. Son muñecos artesanales que traen buena suerte. Cada color es un atributo diferente.
La traducción de la palabra sarubobo es "bebé mono" (saru es mono) y es un amuleto que le daban las abuelas a sus hijas, aunque a otros miembros de la familia también. En general, era un hechizo de buena suerte y de protección contra los malos espíritus, aunque también servía para proveer un matrimonio feliz o un parto fácil.
Aquí una foto con lo que representa cada color de los sarubobo.
Según la mujer de la tienda, los sarubobo no se suelen comercializar en el extranjero, y que en conclusión habíamos tenido suerte al poder comprarlos. Sinceramente creo que es una táctica para vender o algo, porque los sarubobo son un souvenir muy famoso de la zona. Pero bueno, son muy bonitos y curiosos, ¿no creéis? ¡Feliz 2019!
Las Oiran
eran las prostitutas de más alto rango de Japón, a día de hoy
desaparecidas. Tenían una estética muy parecida a la de las geishas, y
también eran mujeres cultas y formadas. El estilo de sus elaborados
kimonos marcaba tendencia y creaba modas, y algunas se hicieron bastante
famosas. La principal diferencia entre ellas y las geishas es que las
oiran, aparte de bailar, cantar y entretener a sus clientes, ejercían la
prostitución. Estaban confinadas en los barrios de placer, y eran
esclavas sexuales. Son sin duda una figura trágica. La mayoría provenía
de familias de campesinos pobres, que acosados por la miseria, vendían a
sus hijas pequeñas, de 9 o 10 años, a burdeles de oiran a cambio de una
gran suma de dinero. La “madame” se encargaría de su formación y
costear los caros kimonos, peinados, maquillaje, etc, y de su
manutención. Sin embargo, las pobres oiran adquirían una colosal deuda
con ella, y debían trabajar duramente hasta pagarla. Al ingresar
definitivamente en su prostíbulo, firmaban un contrato que les impedía
salir del barrio hasta que la dedua se pagara. Si por lo que fuera eran
expulsadas del burdel, se convertían en hashi, prostitutas callejeras de
la más baja estofa.
Incluso
aunque pagaran su deuda, su futuro era incierto. ¿A qué podía dedicarse
una mujer soltera, sin familia, en aquella época? Cuando envejecían,
actuaban de representantes de las más jóvenes.
El rango más alto de Oiran se denomina Tayū. Eran las cortesanas de los hombres más poderosos, incluso de señores feudales. Después le seguían las sancha y las umecha para los samuráis y burgueses adinerados, respectivamente. Más abajo estaban las zashikimochi (literalmente, “dueña del piso”) y las heyamochi (“propietaria de la habitación”). Finalmente en el rango más bajo estaban las yuujo y luego las oiran que fueron expulsadas, las hashi. Una aprendiz de oiran se llamaba kamuro.
Ahora
hablemos de su historia. Las Oiran surgen en el periodo Edo
(1600-1868), en el que había una ley que dictaba que los burdeles debían
establecerse separados del resto de la ciudad, en los conocidos barrios
del placer. Estos barrios o yuukaku estaban rodeados por grandes muros,
que pretendían esconder su sórdida realidad y evitar que las
prostitutas escaparan de su cruel destino (no os olvidéis que muchas
llegaban allí víctimas de la trata y venta de personas). Las Oiran más
famosas fueron las del distrito Yoshiwara, en Tokio.
Las Oiran eran las cortesanas
de lujo de aquellos infames barrios. Sin embargo, al no poder salir de
su distrito, se acabaron quedando anticuadas y su popularidad decreció.
Tened en cuenta que no podían comunicarse con el mundo exterior.
Mientras Japón cambiaba, ellas seguían hablando de manera muy formal y
arcaica, y comportándose de igual manera. Además, para disfrutar de sus
servicios al completo, los clientes debían tener un gran nivel cultural.
Contratar a una oiran era extremadamente caro.
Al final, los japoneses prefirieron a las prostituas normales, e incluso a las geishas.
De hecho, estas últimas les hicieron gran competencia hasta que las
oiran desaparecieron. La última oiran de gran estatus renunció hace
cientos de años. Eso sí, sigue habiendo desfiles dedicados a ellas
(Oiran-dochu) en los que se imita su estilo y las chicas se disfrazan de
ellas.
Diferencias entre geisha y oiran:
Las
oiran llevaban el obi o cinturón atado en la parte frontal, mientras
que las geishas lo llevaban atado en la trasera. Esto se debía a que las
oiran debían quitarse el obi y el kimono muchas veces durante la noche
ellas mismas. Una geisha necesita la ayuda de alguien para que le ate el
obi por detrás.
Otra
diferencia clara es la indumentaria. Los peinados de las oiran son
mucho más complejos y voluptuosos, al igual que sus kimonos. De hecho,
las cortesanas utilizaban uchikake, kimonos vistosos y recargados que
hoy en día se suelen emplear en bodas. El estilo de las geishas es
infinitamente más sencillo. Su maquillaje, su peinado, sus ropas, hasta
sus adornos en pelo son más simples.
CONTRATAR A UNA OIRAN Y CURIOSIDADES:
No
creáis que era algo sencillo… Para contratar los servicios de una de
estas cortesanas, el cliente primero debía gastar mucho dinero en la
casa de té para demostrar que era digno de la oiran. Después, se le
daría el permiso de visitarla. Pero esto no acaba así, pues antes de
consumar el acto sexual, debía encontrarse con la oiran tres veces. La
primera vez, la oiran simplemente se sentaba a una prudente distancia de
él, no hablaba, no bebía, ni interactuaba con él. Solamente juzgaba y
decidía si era digno de sus servicios. El cliente tendría que alardear
de su riqueza junto a otras yuujo (oiran de rango bajo, aprendizas)
delante de ella. La segunda vez, se hacía lo mismo, solo que la oiran se
sentaba un poco más cerca del cliente, que tendría que enseñar su poder
y dinero de nuevo. Y por último, la tercera vez que se encontraran, la oiran haría su trabajo.
Como
podéis observar, la oiran tenía un estatus social más alto que el
cliente, y era ella quien elegía a quien ofrecer sus servicios y a quién
no, cosa que no era común en prostitutas de más baja estofa (yuujo),
con quienes las cosas eran mucho más sencillas. Cada vez que una oiran
salía para trabajar, iba acompañada de niñas o chicas adolescentes que
la ayudaban y sujetaban su aparatoso kimono uchikake, llamadas kamuro y
shinzou.
(KAMURO – FURISODE SHINZOU – OIRAN)
Las
oiran, aisladas y ancladas en el pasado, inventaron su propio dialecto,
llamado kuruwa kotoba, en parte también para ocultar su acento
provinciano. Por ejemplo, solían decir “arinsu” al final de cada frase.
Algunos
os preguntaréis, ¿por qué alguien querría contratar a una oiran? Sus
servicios eran complicados de conseguir, además de carísimos.
Normalmente, era un signo de poder y elevado estatus poder contratar a
una cortesana. Así que muchas veces, se tomaban la molestia de pedir sus
servicios para presumir y fardar. Por otro lado, no vamos a negar que
tenían su gracia, por su cultura, su refinamiento y su espectacular
apariencia.
A
día de hoy, las geishas son un importante
símbolo de la cultura tradicional japonesa. Su existencia
siempre ha estado rodeada por un halo de misterio y elegancia, que ha
fascinado tanto a japoneses como a extranjeros. Su mundo secreto e
impenetrable se conoce como Karyukai (El mundo de la flor y el
sauce). Por desgracia, en Occidente no acaba de quedar claro qué son
estas mujeres en realidad, así que aquí estoy yo para despejar
cualquier duda.
Las
geishas (芸者),
o como son conocidas en Kyoto, "geiko"; son básicamente
damas de compañía, que deleitan con sus artes en banquetes,
reuniones, fiestas, etc. Su formación es variada y saben de arte,
literatura, danza tradicional y tocan instrumentos típicos como el
shamisen.
Son además grandes conversadoras, ya que su función es entretener y
hacer que sus clientes pasen una agradable velada. También son
expertas en la complicada ceremonia del té.
Geisha
tocando el shamisen
Cierto
es que la mayoría de la gente que las contrata son hombres (no
siempre es así), que desean disfrutar de compañía femenina
distinguida. Las bromas y los coqueteos están incluidos en el
servicio, pero NUNCA se llega al acto sexual. De hecho, esto está
terminantemente prohibido. Al contrario de lo que se piensa en
Occidente, las geishas NO son prostitutas. Que algunas por necesidad
hayan caído en este mundo o que algunas madres geisha vendieran la
virginidad de sus maiko o aprendizas, es harina de otro costal. De
todos modos, hablaré más detalladamente de todo eso más adelante.
En
definitiva, pasar la noche con un grupo de geishas puede incluir
espectáculos de danza, recitación de poemas, servir el té, y una
agradable conversación. Sin duda debe ser una experiencia muy
curiosa.
Hoy
en día se concentran mayoritariamente en Kyoto, siendo Gion
su hanamachi (barrios donde operan las geishas) más
destacable.
Aquí os dejo dos vídeos donde podréis ver por vosotros mismos un poco del arte de las geishas:
El
origen de las geishas:
Las
primeras geishas surgen en el periodo
Edo (1600-1868).
Esta es la época más llamativa de Japón: samurais, shogunes,
señores feudales, actores kabuki, geishas y artistas de todo tipo.
En
el periodo Edo se decidió que los burdeles debían estar separados
del resto de la ciudad, en los conocidos barrios del placer o barrios
rojos (yuukaku). En estos distritos también tenían lugar otro tipo
de actividades como el juego y similares. Con el tiempo, acabaron
convirtiéndose en las zonas más activas e interesantes de la
ciudad, donde aparte de la compañía de bellas señoritas, se podía
disfrutar de la cultura y el refinamiento. Es precisamente ahí donde
el mundo de las geishas comienza a surgir.
Sorprendentemente,
las primeras geishas fueron hombres.
Se los conocía como hōkan
o
taikomochi.
Se dedicaban a bailar, cantar y eran prácticamente como bufones.
Su cometido era entretener en reuniones y fiestas. Digamos que hacían
reír a los invitados antes de que fueran a darle rienda suelta a la
pasión con sus cortesanas.
Las
cortesanas, u oiran, eran mujeres de gran cultura, y antes de
consumir el acto sexual, ofrecían espectáculos de baile, cantaban,
etc. Pero poco a poco, esto fue perdiendo popularidad, porque al
final, lo que esperaban los clientes de ellas no era precisamente
arte. Era sexo. Por tanto, acabaron prefiriendo a prostitutas
vulgares, más baratas, y sin tanto ritual previo. Esto le allanó el
camino a las geishas, ya que seguía habiendo un público interesado
en sus habilidades.
La
primera geisha mujer fue una cortesana que destacó notablemente por
sus artes, llamada Kikuya. Se estaba arruinando como muchas otras
oiran, y desesperada, se autoproclamó geisha. Poco a poco, jóvenes
bailarinas u odoriko fueron cobrando protagonismo y las mujeres
fueron desbancando a las geisha hombres y apoderándose del oficio. A
pesar de que en sus inicios muchas fueran prostitutas, pronto dejaron
esta ocupación para dedicarse tan solo a la parte artística. Se
crearon las primeras okiya o casas de geishas.
*Las
geishas tal y como las conocemos hoy son el resultado de un cóctel
muy variado. Desde los primeros "geisha" hombres, las
oiran, las bailarinas profesionales u odoriko, los actores de teatro
tradicional kabuki (tienen cierta influencia de ellos, de ahí el
maquillaje blanco), y otras mujeres que antiguamente se dedicaban a
actividades similares a las de las geishas, como bailar y entretener
en fiestas del té.*
En
el año 1779, la ocupación de las geishas fue reconocida como
profesión y arte,
y se decretó una ley
llamada Kenban.
Su objetivo era evitar que las geishas cayeran en la prostitución.
Se las obligó a vestir de manera más sencilla para que fueran
distinguidas fácilmente de las cortesanas. Además, solían ser
controladas y acompañadas a todos los lados a los que iban, para
impedir que vendieran sus cuerpos. El contacto físico estaba
estrictamente prohibido y con el fin de que no se llegara a intimar,
solo podían ser contratadas en grupos de tres. Ya no se les permitía
salir del barrio de placer para ejercer su profesión, puesto que
esto era considerado competencia desleal a las cortesanas, que
estaban tristemente confinadas entre los muros de sus burdeles.
Por
aquella época, a pesar de las estrictas normas, la popularidad de
las geishas se había disparado. Una vez distinguidas totalmente de
las cortesanas, empezaron a destacar. Las geishas eran más
elegantes, sencillas y refinadas. Además, tenían dotes artísticas
muy desarrolladas. Vamos que, ¡sabían hacer de todo! Mientras
tanto, las oiran se habían quedado anticuadas, y sus excesivos
adornos y estridente estilo de vestir empezaba a cansar a los
clientes.
Las
geishas en épocas posteriores:
A
finales de la época Edo, un grupo de samurais descontentos quisieron
planear un golpe de estado y acabar con el dominio del shogun
(dictador). Utilizaron las okiya o casas de té de las geishas como
bases secretas para reunirse entre ellos. Las
geishas se caracterizaban por saber guardar secretos muy bien.
Una geisha jamás hablará mal de un cliente ni revelará ningún
trapo sucio, ese es uno de los requisitos fundamentales para ser una
buena geisha. Mantener la boca cerrada, jamás expresar tus
sentimientos, ser siempre educada y amable.
Los
enemigos del régimen acabaron por derrotar al shogun, y en 1867 el
emperador Meiji subió al poder. Por
aquel entonces, las geishas eran aliadas del grupo más poderoso del
país.
Su reputación y estatus estaba por las nubes. Muchas de ellas se
casaban con altos cargos del gobierno y tenían clientes muy selectos
y adinerados.
Cierto
es que en la era Meiji, Japón se empezó a modernizar. Sin embargo,
debido al potente nacionalismo en auge, su prestigio no disminuyó, y
acabaron siendo un símbolo de la tradición japonesa y de sus
valores. Eran el ideal de mujer japonesa, las chicas más
hermosas, sofisticadas y elegantes. Solían ser también el referente
de moda, las modelos de las revistas.
A
principios de los años 30, el número de geishas era 80.000, el
mayor en su historia. Las geishas de Kyoto se convirtieron en las más
populares, ya que en esta ciudad se conservaban mejor las costumbres.
Gion era el barrio con las okiyas más selectas. Había mucho dinero
y la gente era muy generosa con las ellas. De todos modos, ahí
comienza una etapa oscura para el negocio. Se cuenta que en esta
década se vendía la virginidad de las geishas ante el éxito que
tenían, y que las madres geishas eran mujeres sin escrúpulos. Rara
vez las chicas ejercían la profesión por voluntad propia.
El
declive de las geishas comenzó tras la Segunda Guerra Mundial, que
marcó un antes y un después. Los soldados americanos a menudo
confundieron prostitutas con geishas. Había tantas chicas
desesperadas afirmando ser geishas que su reputación fue mancillada.
En
la actualidad, la demanda de geishas ha caído en picado. Pocos
hombres son lo suficientemente sofisticados para estar a la altura de
una geisha. La progresiva occidentalización de Japón tampoco ayuda.
Eso sí, podemos decir que las geishas de hoy en día son más libres
que nunca.
Convertirse
en geisha:
Para
ser geisha hay que pasar un riguroso entrenamiento que dura años.
Cuando una niña ingresaba en la okiya o casa de geishas, se
convertía en shikomi,
es decir, criada de las geishas más experimentadas. Era normal en
Japón servir a tus maestros antes de comenzar tu enseñanza como tal
en el oficio. Pasado un tiempo, se conviertía en minarai.
En esta etapa, simplemente aprendía observando a las demás geishas.
Asistía a fiestas, pero no conversaba con los clientes ni
participaba de ningún modo. Se supone que su elaborado kimono
hablaba por ellas. También se la emparentaba con una hermana mayor u
onee-san,
que sería su mentora y maestra hasta que completara su formación.
Se celebraba una ceremonia de unión con la onee-san, llamada
san-san-kudo
(tres-tres-cambios), en la que se intercambiaban sake tres veces. En
esta ceremonia recibían su nuevo
nombre.
Por ello, todas tienen nombres sonoros (algunos incluso inventados)
como Ichimaru, Katsutaro, Satohina, etc.
Después
de dos meses de solo observar y callar, la chica se convierte en
maiko, y pasa a pintarse ambos labios en vez de uno
como hacía antes. Ahora ya puede entretener a los clientes como si
fuera una más, eso sí, siempre tomando ejemplo de su onee-san y
compañeras con experiencia. Las maiko no ganan dinero, todo se lo
queda la okiya y su hermana geisha.
El
período de aprendizaje de una maiko dura tradicionalmente desde los
15-16 años hasta los 21, cuando se convierte oficialmente en geisha.
Aunque también era común que durara más, porque antes niñas muy
pequeñas se unían a la okiya.
En
las fotos podéis observar a algunas maikos. ¿Cómo
distinguirlas de las geishas? Fácil. En primer lugar, las maikos son
mucho más ostentosas que las geishas, y suelen llevar kimonos con
muchos adornos y de colores vivos. En el pelo llevan numerosos
kanzashi o adornos, mientras que las geishas se ponen menos y mucho
más sencillos. El kimono de las maikos es un furisode, es decir, de
mangas largas. El de la geisha es más sobrio y discreto, con menos
dibujos y de colores apagados. Además, las maiko llevan un tipo de
obi o cinturón especial, llamado darari, que es exclusivo para
ellas:
Como
veis es extremadamente largo y se distingue del obi típico de las
geishas (fukuro), que lo puede usar cualquier mujer que se ponga un
kimono.
Otra
diferencia es que el peinado de una geisha suele ser diferente al de
la maiko. Las geishas llevan pelucas de gran calidad hechas de
cabello natural, mientras que las maiko lucen su pelo real,
laboriosamente peinado por peluqueras especializadas.
La
maiko aprenderá:
-Danza
tradicional, instrumentos típicos como el shamisen, shakuhachi
(flauta de bambú), taiko (tambor), canciones clásicas, literatura,
poesía, teatro, ikebana (arreglos florales),
sadō
(ceremonia del té japonesa), entre otras muchas cosas. Además,
a medida que coja experiencia con la clientela, aprenderá a dar
buena conversación y a ser buena en juegos de azar.
EL
ERIKAE:
Es
la ceremonia definitiva por la cual una maiko se convierte en geisha.
En ella, se cambia el cuello de su kimono, rojo y con bordados de su
etapa de aprendiz, al blanco impoluto de la geisha. Algunas pocas,
incluso durante un breve período de tiempo antes del erikae, tiñen
sus dientes de negro.
**Mineko
Iwasaki: Mineko
Iwasaki es sin duda la geisha más famosa del mundo.
En su momento, fue reconocida como la geisha más talentosa de todo
Japón. Entretuvo a eminencias como la Reina Isabel II de Reino Unido
y al Príncipe Carlos de Inglaterra. Sin embargo, se retiró
inesperadamente con 29 años. Probablemente se cansara de este
exigente mundo y de su propio éxito.
Artur
Golden la entrevistó para crear su famoso libro "Memorias
de una Geisha". Sin embargo, no mantuvo el acuerdo de
confidencialidad y mencionó su nombre en los agradecimientos. Esto
le trajo multitud de problemas y amenazas por quebrantar el código
de silencio de las geishas. A raíz de esto, escribió su propia
versión de la historia. "Vida de una geisha"
es su libro, os lo recomiendo leer.
Okichi:
La historia de
Okichi
es muy triste. Todo comenzó cuando en 1856, Townsend
Harris, un cónsul
estadounidense, llegó a Japón con el objetivo de crear un tratado
comercial. Japón en aquel momento era un país profundamente cerrado
y xenófobo y no le recibieron con las manos abiertas. Los
occidentales no eran bienvenidos, y no querían tener ningún acuerdo
con ellos. Pero poco a poco, fue ganándose su confianza. El
gobernador, queriendo agradarle, le envió a una de las geishas más
hermosas del lugar para que le hiciera compañía. Esta geisha era
Okichi.
La desdichada Okichi se enamoró al instante de Townsend Harris, y
fue su amante. El gobierno quiso que les facilitara información
suya, pero ella fue muy reticente. Por desgracia, una vez que
Townsend Harris hubo concluido su misión, se marchó de Japón y
olvidó a Okichi. Ni la mencionó en su diario de viaje. Ella,
deprimida y rechazada por su comunidad, se sumió en el alcoholismo y
murió. Pero cada año, las geishas de Shimoda, donde desembarcó el
cónsul, le rinden culto y le hacen ofrendas.
Sadayakko
(Sada Yacco): Fue
una aclamada actriz, bailarina y geisha. Fue ella quien dio a conocer
el teatro tradicional japonés a Occidente. Actuó por toda Europa y
América. Durante finales del siglo XIX y principios del XX, fascinó
a todos con su talento y fue muy famosa. Fue símbolo de la mujer
japonesa independiente y todo un icono.
Ichimaru
(市丸):
Esta
es una de mis preferidas. Ichimaru nació en 1906, y provenía de una
familia muy pobre con 10 hijos. Sus padres, desesperados, la
vendieron a una okiya a corta edad, en la que se formó hasta ser una
talentosa geisha. Una vez, un cliente le pidió que cantara, y ella,
al no saber, sintió tanta vergüenza que no paró hasta que
consiguió ser una cantante excepcional. Es uno de los referentes de
la música Ryūkōka,
precedente del Enka. Sus canciones Tenryuu
Kudareba
y Chakkiri
Bushi
me encantan. Os la recomiendo si os gusta la música japonesa antigua
y tradicional. Es curiosa la manera que tienen de cantar.
Tenryuu
Kudareba (天竜下れば)
Chakkiri
Bushi (ちゃっきり節)
Katsutaro
Kouta: Cantante
geisha de los años 30. Mejores canciones: Shima no musume, Sakura
Ondo, Okesa Odori, Ooshima Okesa... Fue rival de Ichimaru.
Sakura
Ondo
Okesa
Odori
Algunas
otras geishas destacables fueron Hanko
Kagurazaka,
también cantante (aunque posterior que Ichimaru y Katsutaro), y
Toyochiyo
(pincha
aquí para leer un poco sobre ella), una chica de grandísimo
talento.
Polémica
con "Memorias de una Geisha" y el famoso Mizuage:
Como
he contado antes, el autor Arthur Golden escribió un polémico libro
titulado "Memorias de una Geisha." En él,
cuenta la vida de una joven maiko llamada Sayuri. La célebre geisha
Mineko Iwasaki fue entrevistada por Golden para documentarse.
Sin embargo, según Mineko, Golden tergiversó la información que
ella le dio y en su libro describió una deformada versión de la
vida de una geiko. Golden, entre líneas, dio a entender que las
geishas eran una especie de prostitutas ritualizadas.
La
mayor controversia se halla en que la virginidad de Sayuri es vendida
al mejor postor mediante un ritual llamado mizuage. Mineko aseguró
que nada de eso le había pasado a ella ni a ninguna geisha de Kyoto.
Mineko demandó al escritor por difamación e incumplimiento de
acuerdo. Afortunadamente, todo quedó en un acuerdo amistoso.
*Pero,
¿venden realmente las geishas su virginidad? ¿Son prostitutas como
tanta gente afirma?
Por
más que me he esforzado en dar con una respuesta clara a esta
pregunta, no la he encontrado. Cada quien dice una cosa diferente de
acuerdo a sus intereses. Puedo decir que no son prostitutas, ellas no
se venden a sus clientes. Sin embargo, todo tiene matices. Se
habla de que sobre todo a principios de siglo XX, algunas despiadadas
madres geisha sí que subastaron la virginidad de sus pobres maikos,
como parte de un ritual de iniciación. Tened en cuenta que lo
que pasaba entre las paredes de la okiya estaba envuelto en un oscuro
secretismo. Sin embargo, estoy segura de que no todas seguían
esta práctica, y solo se daba en okiyas regentadas por madres geisha
avariciosas que solo veían a las chicas como una fuente de dinero.
Se dice que se llegó a pagar la cifra récord de 700.000€ por la
virginidad de una joven maiko.
Muchos
defensores de las geishas dicen que el mizuage no era más que un
cambio de peinado, que marcaba el inicio de su vida como geishas. Es
cierto que después de esta infame ceremonia cambiaban el estilo de
peinado, el cuello del kimono y demás, pero esto no quiere decir que
no sucediera. Lo que está más que claro es que esta práctica NO
ocurre hoy en día. Ahora las geishas lo son porque quieren, se
unen a este estilo de vida por decisión propia.
Otro
asunto significativo es el de los danna. Entre muchas geishas,
era costumbre tener un patrocinador que costeara algunos de sus caros
kimonos, maquillaje, formación etc. En muchos casos el danna era el
amante de las geishas e incluso el padre de sus hijos. No queda muy
claro si ellas los amaban de verdad o si su relación dependía de
los bienes materiales que el danna podía dispensar. De todos modos,
repito, no todas las geishas tenían o tienen danna. (Como podéis
observar, las geishas pueden tener novios o amantes, incluso hijos,
aunque estos eran concebidos mayoritariamente fuera del matrimonio.
Las geishas no se casaban, o si lo hacían, se retiraban de su
profesión. Su trabajo les quitaba demasiado tiempo y no podrían
dedicarse a la familia.)
En
los viejos tiempos, al danna lo elegía la madre geisha. Por tanto,
las geishas podían verse aprisionadas en relaciones con hombres a
los que no amaban.
El
concepto de los danna no es nada nuevo. Es lo que aquí llamaríamos
"sugar daddy." Tú eres la querida de un empresario
libidinoso, y a cambio él te invita a restaurantes caros, al teatro,
te hace "regalos", etc.
Actualmente
que una geisha tenga danna es algo extremadamente inusual.
Otra
cosa que es importante aclarar es que durante la ocupación de
Japón en la Segunda Guerra Mundial, muchas prostitutas corrientes se
presentaron ante los soldados nortamericanos como "geishas",
cuando de geishas no tenían nada. Solo querían cobrar un poco más.
En parte por eso, los occidentales tenemos la visión de que no son
más que prostitutas, y eso no es así.
Hoy
en día, las "hot spring geishas" son mujeres que se visten
como tales para atraer a su clientela. Trabajan en baños termales y
apenas tienen formación cultural. Realmente, con lo que de verdad
ganan dinero es con el sexo.
El
lado oscuro del mundo de las Geishas:
Para
mí, lo peor de las geishas es que hasta hace relativamente poco,
muchas estaban obligadas a serlo. Antiguamente, los campesinos eran
miserablemente pobres. Algunas veces, desesperados, vendían a sus
hijas a las okiya porque no podían mantenerlas. Al caer bajo la
responsabilidad de la madre geisha, las niñas adquirían una deuda
colosal que debían pagar con lo que ganaran con los clientes. Y es
que la madre geisha u okaasan, no solo pagaba su carísima formación,
sino los kimonos, el maquillaje, la peluquería, y otras necesidades
básicas.
Estas
chicas acababan presas de su deuda. Eso sí, una vez que se hubieran
convertido en geishas de éxito, podían independizarse, actuar por
libre o dejar la profesión. ¿No creéis que es muy triste ser
vendida y separada para siempre de tu familia siendo una niña?
Las
madres geisha no solían ser ángeles. Algunas veces, pegaban a las
aprendizas y eran muy estrictas. Como he comentado antes, algunas
hasta llegaron a vender la virginidad a las maikos, ya que mientras
estuvieran bajo su tutela, eran objetos de su propiedad.
Sé que esto es ampliamente discutido, pero estoy segura de que
ocurrió. Hay gente malvada en todo círculo social.
De
todos modos, es verdad que es mil veces mejor ser vendida a una okiya
que a un burdel de poca monta, lo que era también habitual en
aquellos tiempos. Por lo menos, si tenían suerte, la madre geisha
era benevolente y las niñas tenían la oportunidad de conseguir una
vida mejor.
Otro
aspecto que me desagrada es... ¡EL MACHISMO QUE DESTILA EL
ASUNTO! Pensadlo bien... Las geishas son mujeres formadas y
cultivadas, sí, pero su vida consiste mayoritariamente en complacer
a hombres entraditos en años. Muchas veces, son unos borrachos que
no aprecian su arte como es debido. Escuchando testimonios de
clientes, he visto de todo. Desde cincuentones y viejos verdes
adinerados que disfrutan saliendo por ahí con las maikos más
jóvenes, hasta seres despreciables que sueltan perlas como: "me
encanta su debilidad", "echo de menos cuando las mujeres se
dedicaban en cuerpo y alma a complacernos", "están
entrenadas para servir, son como robots con nervios", etc. Otro
hombre decía: "Antes mi mujer hacía cosas por mí como
prepararme el baño, enjabonarme la espalda... ¡Ahora pasa de mí!
Por eso me gustan las geishas, ellas sí que desean hacer lo que les
pido." Eso es lo que muchas veces atrae a los clientes de las
geishas: su habilidad para halagar el ego masculino. Ellas mismas
dicen que es fundamental saber hacerlo para tener éxito.
Dado
que esos hombres son mayores, siguen teniendo la mentalidad de que la
esposa representa el hogar y la seriedad, mientras que la diversión
y el jolgorio se encuentra fuera.
Las
geishas representan el ideal japonés de mujer sumisa, dócil, y de
maneras suaves. Siempre sonriente, siempre dispuesta a agradar.
Guardan silencio y se callan lo que piensan o sienten. De verdad
que a veces conviene hacer un análisis concienzudo de lo que
significa todo eso, de qué hay realmente detrás.
¡Y
CON ESTO NO NIEGO QUE LAS GEISHAS SEAN ARTISTAS GENIALES! Son
talentosas, encantadoras, elegantes, y sus kimonos son
espectaculares. Tan solo es una opinión subjetiva mía.